Por el Camino Real circulaban los productos de la comarca
Los caminos reales se llaman así porque pertenecían a la corona, aunque en Canarias dependían de los cabildos insulares. Debían tener un ancho de siete metros, estar vallados y salvar los desniveles en zigzag, pero no todos cumplían esos mínimos. Muchos eran simples caminos de herradura, con unos dos metros de ancho en los que apenas se podían cruzar dos bestias de carga.
Los principales productos de la comarca circulaban por el Camino Real, a lomos de bestias o en carros tirados por vacas, mulas, burros y hasta camellos. Ese fue el caso del tabaco, cuyo cultivo se propagó por los campos de Granadilla a finales del siglo XIX. Esta planta americana traída por Cristóbal Colón se naturalizó pronto en las islas, aunque no estuvo permitido su libre cultivo hasta 1836.
A pocos metros de aquí se encuentra el secadero de tabaco de Granadilla, construido en 1878 por José García Torres, uno de los cosecheros más importantes de la comarca. Su posición estratégica junto al camino facilitaba la llegada de la materia prima. En aquella época, un verde intenso recubría los bancales y el aroma a tabaco inundaba el ambiente próximo al secadero.
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