Eras de trilla como esta nos recuerdan la importancia que tuvo el cultivo de cereal en el pasado

Las medianías del sur de Tenerife están salpicadas de eras que recuerdan la importancia que tuvo la producción de cereal para la alimentación de la población. En los años setenta del siglo XX, la llegada del turismo y la importación masiva de alimentos produjo un abandono progresivo de la agricultura en las zonas menos productivas como esta.

El campesino canario utilizaba ciertas estrellas y constelaciones como marcadores del tiempo y “señas” para predecir la llegada de lluvias, cuestión fundamental para sus tareas agrícolas y ganaderas: la siembra, la cosecha, la trashumancia o la suelta del ganado. Nombres populares se trasmitieron de padres a hijos, como “El Arado” (Cinturón de Orión), “El Pastor (Las Hyades), “El Gañán” (Sirio) o “Las Cabrillas” (Las Pléyades).

Algunos campesinos eran capaces de predecir los meses secos y los de lluvias observando el cielo y los vientos en momentos muy concretos del año. A estas prácticas se les conoce como la lectura de las cabañuelas. Estas técnicas tienen paralelismos en las culturas ibéricas y mediterráneas, tanto en la metodología empleada como por su vinculación con el santoral y las fechas de predicción.